lunes, 17 de agosto de 2015

¿Puede un amigo volver a ser tu amigo?.


La amistad es la distancia perfecta del amor entre personas. No se encuentra tan cerca como para perder la vista, y no se encuentra tan lejos como para olvidarse. 

En este vaivén de distancias se van moviendo las relaciones entre personas, a veces se acorta, a veces se alarga esta distancia, sin embargo el hilo conductor que resiste estos "ires y venires" afectivos, es LA INTIMIDAD.
La intimidad se forma a través de un cúmulo de cosas que abarcan desde las coincidencias ideológicas, hasta los simples momentos compartidos que se vuelven litúrgicos en la construcción de esa relación amorosa que llamamos amistad.

Resulta risible por ende, cuando las parejas deciden separarse, que digan la trillada "quedar como amigos", puesto que la amistad es precisamente aquello que ha muerto y por lo que la relación se ha difuminado... Cuando la amistad termina, la separación es tan solo cuestión de tiempo, el tiempo que tarda uno en dejar de mentirse a sí mismo y aceptar que esos caminos permanecen juntos por la fuerza del amor que se le tiene a la persona, idea, institución, estatus, o lo que sea que funja como vínculo, y no por la función precisa de una ecuación llamada amistad, que como cualquier ecuación, requiere de una constante lucha lógica contra variables y variables que se presentan a desequilibrar la ecuación... Una metáfora para decir que las amistades no se cuidan solas.

Las "variables" pueden ser intelectuales, espirituales, existenciales, económicas, psicológicas, y arremeten estirando y contrayendo el hilo conductor de la intimidad... a veces consiguen romper el hilo de la intimidad; de ahí, podemos hablar de que comienzan las disfuncionalidades... y dentro de estas comenzamos a herirnos mutuamente a través de la mala interpretación, de la mala intención, de la mala actitud, etc.

La dinámica de la intimidad va haciendo huella. la dinámica de la intimidad rota, va haciendo herida, que no es otra cosa que un tipo de huella diferente.

La reconciliación es una ecuación mucho más rígida que la de la intimidad, porque existe para resolver y reparar la misma, y por ello, requiere de dos elementos imprescindibles: La contrición y el perdón... Es preciso subrayar que son IMPRESCINDIBLES. Una ecuación que pierde su equilibrio, deja de ser una ecuación.

La contrición verdadera, es aquella que se corrige y se limpia antes de empezar a defenderse; la que no busca justificarse, sino la que se disculpa humildemente por su falta, y que no sólo se arrepiente, sino que se esfuerza en resarcir el daño, cuando es posible hacerlo... A veces es imposible resarcir, pero la contrición verdadera no descansa hasta saber de cierto que no hay forma de resarcir.

El perdón verdadero no olvida la ofensa. El olvido es precisamente el vacío que deja una ruptura de intimidad. Es la muerte última de una amistad. Es como decirle a un enfermo: “No te apures por tu infección, cuando mueras, seguro que tu infección muere contigo”.
El perdón simplemente comprende la naturaleza de la ofensa y ofrece otro voto de confianza al natural crecimiento del omiso que se disculpa de su error.

Mientras falte una de las dos voluntades, la reconciliación nunca podrá darse por completo, y nunca se podrá percibir sincera.
 Una persona que tiene que perdonar a lo largo y ancho de las disculpas carentes de resarcimiento, termina frustrada y resentida y sintiéndose engañada por haber dado incesantes votos de confianza a un crecimiento que nunca llegó.
Una persona que después de resarcir y corregir el error, no consigue el voto de confianza del ofendido, termina derrotada y humillada de los miles de vanos intentos de reconstruir unilateralmente lo que es bilateral.

La historia es un océano que contiene todo lo que necesitamos saber para vivir un presente que eventualmente nos dé un futuro lo más parecido posible al que soñamos. Y cualquier negación de esa historia, dicho de otra forma: El olvido, la negación ciega, La mala actitud, son maneras de darle pequeñas dosis de muerte a la vida. Es como fumar, o beber, o cualquier forma de autodestrucción; son bálsamos que nos pueden hacen sentir cómodos o seguros a momentos, pero consciente o inconscientemente irán mermando el vínculo de la intimidad entre personas, y al igual que el cuerpo, pasarán facturas… y las cobrarán todas… Es por eso que uno debe tratar de vivir con las menores deudas posibles, antes de que venga el banco a cobrar todo de un jalón y la deuda sea impagable.

Hoy es el “día del amigo”… irónicamente hoy reabrió la embajada cubana en los USA.  

¿Pueden volver a ser amigos los yanquis y los Guajiros?,
¿Alguna vez lo fueron en verdad?... 
Las respuesta a la primera es “sí”, sí pueden, siempre y cuando haya resarcimiento para que haya perdón, las ofensas deben cesar, no basta con decir en palabras “debemos replantearnos”, los replanteamientos deben verse en acciones concretas; EL BLOQUEO DEBE TERMINAR. Y Todas las ofensas deben terminar, para que las defensas puedan cesar también. Para que el voto de confianza sea legitimado e impulsado, y eso nos traiga la apertura que falló hace tantas décadas.

La respuesta a la segunda es: Hay toda una historia para analizar, para entender, comprender, aprender, y si lo fueron, vuelvan a serlo, y si no, aprendan de ello, y puedan abrir un capítulo diferente.

Los reencuentros no vienen del olvido amnésico de hacer vista gorda a las ofensas, sino de la memoria y redención de las mismas.