miércoles, 27 de mayo de 2015

Escribir no es cuestión de credenciales, ni trayectorias. Lamentablemente las credenciales y las trayectorias lo único que ofrecen es la ilusión banal de credibilidad que el público necesita para tomar en cuenta tu opinión. 

Escribir es cuestión de práctica, tesón, formación, y sobre todo reflexión y análisis del conocimiento. La práctica, la disciplina tiene un efecto de crecimiento en las fronteras de nuestra creatividad, haciéndola mas grande, mas plena y por ello nuestro sentimiento puede moverse con libertad y podemos conversar con el mismo en el fino arte de expresar. 

No todos entienden esto, y siguen creyendo que las credenciales, de lo que sea, sirven para legitimar textos fatuos, carentes de talento, y de la mas primigenia sensibilización hacia el lector. En casos más tristes, se carece hasta de información sobre el asunto a tratar.
Esto nos lleva a la patética y resignada hipótesis de que no todos pueden hacer de todo. Algunos son buenos para contar chistes, otros para escribir cosas serias, y algunos son buenos para todo... La verdadera respuesta es:

Cualquiera puede ser bueno en lo que sea, mientras pague el precio de lo que anhela hacer o expresar... Pero mientras no lo haga, que se enfoque a lo que sí sabe hacer bien, no vaya a ser que lo descuide, y termine siendo uno de esos "destacados de lo gris". Dicen que el que mucho abarca, poco aprieta; esto no tiene que ser cierto, puede evitarse con altas dosis de corazón y cabeza, pero mientras... 

"Zapatero a tu zapato". 

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